sábado, 19 de febrero de 2011

Siguen las revoluciones, y el doble rasero.

Parece que la llama revolucionaria se sigue extendiendo por todo el mundo árabe. Ahora están puestas las miradas, además de en Argelia y Yemen, en Bahrein, Libia y Marruecos. No podemos caer en la trampa de generalizar, ya que las circunstancias y situaciones en cada país son bien distintas. En Bahrein, las protestas, además de las pretensiones ya características de todas estas revueltas árabes, pluralismo y libertad, tienten un tinte religioso importante. Detrás de la indignación hay un ingrediente de discriminación de las élites gobernantes sunníes, del sultanato sunní, hacia la población chií, mayoritaria en el país del Golfo Pérsico. El sultán Hamad y sus allegados parece que están poniendo trabas y obstáculos para evitar que la población chií cubra puestos de responsabilidad, así como están facilitando que musulmanes sunníes se asienten y nacionalicen, para intentar invertir la situación demográfica. Es curioso e interesante que sea en Bahrein, la más abierta (tampoco se vayan a pensar que mucho) de las monarquías de la Península Arábiga, donde se estén recogiendo las revueltas más intensas.


En Libia, la situación difiere bastante de la del resto de países del Norte de África. La situación en el país es bastante más próspera. Sus reservas de petróleo permiten que sus pocos millones de habitantes gocen de un mayor nivel de vida. Mientras que la renta per capita de Egipto era de unos 1500 euros, la de Libia es de más de 8000. Sin embargo, existe una alta tasa de paro, de un 30%, que es compensada con unas políticas de subsidio importantes. Según la CIA World Factbook, el índice de alfabetización es más elevado que el tunecino, del 82,6 %, con algo de desequilibrio entre hombre (92,4%) y mujeres (72%). Según el PNUD y su Índice de Desarrollo Humano, Libia se encuantra en un estado de alto desarrollo. Todo esto parece indicar que aquí las protestas, que lamentablemente se han saldado ya muchos muertos, no tienen ningún desencadenante económico o social, sino sólo político. Esta circunstancia nos permite ver situaciones que nos recuerdan a la época franquista, en la que se organizaban manifestaciones y protestas en contra del dictador y a la vez otras a favor de él y de su "progreso" económico. Y como en aquel momento, la televisión oficial sólo muestra la que les interesan. Y no pensemos que esas manifestaciones progadafi son como las promubarak en Egipto, aquí son ciudadanos que están convencidos de la valía de su gobernante. Esta desunión del pueblo libio dificulta mucho las cosas en la lucha contra el dictador.

La situación marroquí tampoco es comparable, ya que allí el rey tiene una legitimidad que no la tenían ni el presidente tunecino ni el egipcio. Y no sólo una legitimidad dinástica, sino también religiosa, ya que es califa de los creyentes. La situación económica y social en Marruecos es pésima, tanto o más que su situación política. Pero la reciente entrada de la organización islamista Justicia y Espiritualidad en las protestas abre una puerta de cambio, aunque sea hacia una monarquía parlamentaria real. La organización tiene muchísimo peso en una sociedad como la marroquí, muy religiosa, pero también muy pacífica en el ejercicio de su religión. El islamismo marroquí es muy radical en cuanto a términos, pero muy moderado en cuanto a acción. La violencia no entra dentro de su concepción. Justicia y Espiritualidad se ha ganado muchos adeptos con sus políticas sociales, y su incorporación a las protestas puede ser un punto de inflexión en el devenir marroquí.

Mientras esto ocurre, Obama y sus EE.UU. siguen a lo suyo, a su doble rasero. Escuchábamos hace unos días al presidente americano alentar a los iraníes en sus revueltas, pero sin embargo, como siempre, mantenía la boca cerrada ante otros regímenes. La revolución verde iraní tiene que volver a coger forma e intentar acabar con el régimen de los ayatolahs, de eso no hay duda, pero me gustaría ver al "señor" presidente alentar al pueblo saudí a levantarse contra el régimen, sin duda, más tiránico de la región. que lo haga abogando por los derechos humanos, igual que cuando lo hace para criticar a Irán. En Arabia Saudí se oficializó una interpretación del Islam totalmente partidista y alejada de la realidad, que sólo beneficiaba y beneficia a la dinastía dirigente, y que además quieren exportar al resto del mundo musulmán. He escuchado muchas veces a los estadounidenses hablar de la falta de derechos de la mujer en Irán, pero sin embargo nunca he escuchado ningún comentario negativo a cerca de Arabia Saudí, lugar donde las mujeres no pueden ni conducir. Ya está bien de su doble rasero.

Albarrán

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