sábado, 19 de febrero de 2011

Cultura VS Utilidad

Existe, o debería existir un conflicto que lejos de ser sólo educativo pasa por ser político, social y económico. El conflicto entre cultura (cultura como conocimientos intelectuales, no como tradiciones de un pueblo) y formación laboral, cultura y especialización con vistas a un futuro profesional.

Desde el principio de los tiempos todo el mundo ha visto la cultura como el bien de mayor valor, algo que solo unos privilegiados tenían y que conseguirlo era símbolo de poder. Curiosamente hoy en día, cuando más fácil es acceder a ella en los países del primer mundo, es cuando más valor ha perdido. Hay que construir unas nuevas bases, unas nuevas políticas en las cuales la cultura sea el centro de todas ellas, porque la historia ha demostrado que ahí es donde reside el verdadero poder transformador.


La sociedad en la que vivimos, el sistema económico en el que nos desarrollamos, ha creado una necesidad insalvable de conseguir lo más rápidamente posible un trabajo, para insertarnos en la propia dinámica social y económica, y no vernos marginados, y la especialización parece el camino más veloz y seguro. Por ello cada vez prima más una formación con la vista puesta en el mundo laboral, una formación en la que prima la especialización, en todos los niveles educativos. Y esto es un error absoluto. Ese modelo de educación que, como señala Rodríguez Adrados, "privilegia la utilidad" es una equivocación de enormes dimensiones.

La construcción de una buena base cultural, intelectual, es totalmente necesaria para el desarrollo de la sociedad, así como para formar ciudadanos capaces de pensar por si mismos, y no sólo máquinas que entiendan de su labor y la realicen de una forma absolutamente perfecta, eso si, habiendo dejado de lado todo lo demás. Es necesario crear una ciudadanía capaz de entretenerse con la cultura, capaz de entender que la culturización es algo necesario, capaz de entender que no hay cultura inerte, ya que todos los conocimientos son útiles, aunque sólo sirvan para autorrealizarse, para sentirse mejor persona. Hay que crear una ciudadanía que tenga una capacidad crítica con el sistema, una capacidad crítica con el gobierno, y que no sólo proteste cuando se realiza una subida de impuestos o un aumento de la fecha de jubilación. Hay que crear una ciudadanía capaz de ver detrás de la opinión de los medios de comunicación, que sepa liberarse de la influencia de estos, siempre partidista. Hay que crear una ciudadanía apta para formular una crítica constructiva del mundo en el que vive, porque esta crítica es la que hace que ese mundo pueda mejorar, de esa crítica es de donde nacen las reformas, los cambios. Y esta ciudadanía sólo se puede crear con un modelo educativo que sólo mire por cierta especialización en sus fases más tardías, debido a que es inevitable para el salto a la vida laboral. Sólo se puede crear con un modelo educativo en el que prime la culturización en vez de la utilidad. El poder de los estados occidentales no se ha basado en su economía, sino en sus aulas.

Si bien es cierto que Internet puede ser una herramienta útil en ese proceso de formación de esa base cultural, no deja de ser un instrumento complementario. No deja de ser un utensilio que nos puede ayudar a completar ese cimiento, pero que sin unos conocimientos previos no nos sirve de nada, ya que lo estaríamos usando sin esa capacidad básica de crítica, sobre todo de crítica constructiva. No es ni mucho menos un sustitutivo a esa necesaria formación intelectual.

Si se continua por esta evolución del sistema educativo hacia un sistema de especializaciones, lo que se habrá conseguido es sustituir el antiguo problema de analfabetismo de la población en un problema de analfabetismo funcional, es decir, tendremos una población muy capaz en su ámbito laboral, una población de máquinas de trabajo, pero no tendremos una población capaz de interpretar un texto, no tendremos una población capaz de juzgar y opinar sobre una ley ni sobre prácticamente nada. Tendremos una población dormida, una población que entrará en un letargo que sólo podrá romperse como en siglos anteriores, con la subida del precio del pan, o siendo más actual, con la subida del precio del tabaco. Y los dirigentes se contagiaran de este letargo, ya no tendrán que realizar buenos gobiernos ya que nadie tendrá capacidad de protesta, porque no hay que olvidar que es esta capacidad de protesta la que produce las reformas. Fue esta capacidad de protesta la que obligo a Bismarck a regular los seguros laborales de accidente para no perder el poder, no su solidaridad hacia los obreros de su nación.

La creación de ese soporte cultural e intelectual en la población es indispensable para caminar hacia un futuro mejor, es indispensable para no aceptar a rajatabla afirmaciones como "la inmigración crea delincuencia y quita puestos de trabajo". Debemos crear unas nuevas generaciones que crean en la riqueza inmaterial de la cultura, y no en la riqueza material que nos ha llevado a explotar a otros países. Gente que sea capaz de reflexionar y decidir por si misma, y no siguiendo a políticos oportunistas que basan sus programas en razonamientos simplistas y de gran acogida entre la sociedad culturalmente más pobre. La riqueza cultural debe ocupar la prioridad número uno en nuestros pensamientos, y es una riqueza que no explota a otros, es una riqueza que no debe de estar construida en lugares donde la mano de obra es más barata.

Albarrán

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