sábado, 19 de febrero de 2011

Pluralismo y negociación

Parece que algunos gobiernos, en nombre de mantener la estabilidad en la región, la estabilidad que les beneficia a ellos, por supuesto, piden el cambio político en los países afectados por la ola de revolución democrática que viven los países árabes. Pero no piden cualquier cambio, sino su cambio. Piden el cambio que les permita seguir con una incuestionable influencia en la región, una influencia que permita que sus intereses estén a buen recaudo. Y no se dan cuenta de que el reto de estos cambios viene desde el corazón mismo de la sociedad. El reto viene de dentro. Y el reto no es un simple cambio de líderes, de las élites gobernantes, sino de cambiar sistemas políticos, de democratizar sistemas. Es un cambio horizontal. Los actores sociales, los perennes habitantes de la Plaza Tahrir no se van a contentar con un nuevo gobierno orientado hacia los intereses occidentales que les asegure el pan y ciertas reformas a corto plazo, el síndrome “María Antonieta” no va a funcionar.


No son las oligarquías, no son las élites políticas las que están llevando acabo los procesos de democratización, sino los jóvenes, las mujeres o los intelectuales, y ellos quieren un nuevo y naciente pluralismo civil. No hay una ideología monolítica, ni líderes carismáticos. No quieren una sola respuesta para la multitud de preguntas, y menos una respuesta recomendada por los mismos que defendieron a Ben Ali o a Mubarak, sino varias respuestas. Ni la quieren ni la van a aceptar. Ellos quieren respuestas que salgan de los procesos de negociación, de diálogo, procesos que no sólo deben ocurrir entre los actores sociales y la élite política, sino que deben, y está sucediendo, ser también entre los propios actores, entre los propios manifestantes, dentro de todas esas concentraciones y mediante todos los sistemas de comunicación.

Y dentro de ese diálogo, también caben los islamistas, a los que no hay que temer, sino introducirlos en un pluralismo que ellos también piden. La exclusión de los Hermanos Musulmanes del diálogo sería mortal. La creación de “guetos ideológicos” es la creación de odio, miedo y violencia. Las teorías de Huntington son dañinas para la democracia, para el pluralismo. Para hablar de democracia hay que tener una visión multicultural, sin olvidar nunca unos valores y principios universales que hay que defender en cualquier lugar. Las sociedades árabes tienen la oportunidad de crear sistemas democráticos propios, sin influencias de intereses extranjeros, nacientes de ese pluralismo civil y de esos procesos de negociación y diálogo, tanto horizontales como verticales. La imitación es un error igual que el de atrincherarse en una visión y una percepción fundamentalista. Pensemos en términos de los movimientos sociales que estamos viendo, y no en términos de sus gobernantes, ya que ellos son la verdadera democracia.

Albarrán

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