sábado, 19 de febrero de 2011

La Revolución de los Jazmines

Era el país preferido por los gobiernos occidentales, y también por muchos turistas que no sabían mirar más allá de sus mentes estereotipadas. En Túnez se ven muchas mujeres sin velo decían, es un país muy “occidentalizado”, mucho más que los atrasados países de alrededor. Lo que no sabían es que ese país era en realidad la más férrea dictadura del norte de África, junto a Libia. No sabían que su presidente, después de apartar del poder al héroe de la independencia Burguiba, había ganado las elecciones con más del 99% de los votos siempre, no sabían que en el año 2002 había modificado la constitución para aumentar sus ya enormes poderes, no sabían que era el país norteafricano con más presos de conciencia, casi todos ellos islamistas moderados. Y eso es lo único que le importa a los gobiernos occidentales, que mantengan a raya a los islamistas, aunque sean islamistas moderados y demócratas (sí, demócratas, igual que en Europa hay cristianos demócratas y nada dice la Biblia sobre democracia), y que les favorezcan económicamente. Y en eso Túnez era el mejor, sobre todo después de liberalizar su economía. Parece que mientras se aseguren las materias primas y se frenen a los islamistas, todo vale para el primer mundo. Los países que han apoyado el régimen de Ben Ali, y otros similares, ahora no permiten entrar en sus fronteras, preocupados de que sus amistades salgan a la luz. Cuanta hipocresía. Tiene que acabar.


Lo que está ocurriendo en Túnez va mucho más allá de una simple “revuelta del pan”. Si bien es cierto que la mala situación económica actual del país ha servido de detonante, el trasfondo es mucho más amplio, y en él está una población con una media de edad menor a los 30 años y con una alta tasa de educación. La falta de expectativas para el futuro es un arma en potencia. Ésto tiene que acabar en una nueva “Revolución de los Claveles”, y por ahora parece que el ejército está por la labor. Ésto tiene que ser la “Revolución de los Jazmines”. Los tunecinos deben depurar hasta el último puesto político vinculado con Ben Ali y con su familia. Ahora que se ha encendido la mecha, hay que impedir que se apague. Deben demostrar a todos esos ignorantes que la población árabe, sobre todo sus jóvenes, quieren vivir en libertad, que quieren y pueden crear unas nuevas democracias sin lazos religiosos ni coloniales, en las que el pueblo tenga libertad y capacidad de decisión, y en las que no se deje la cultura de lado, como parece que está ocurriendo en algunas democracias occidentales.

El Islam llama a la lucha contra la opresión y la tiranía: “¿Por qué no podéis combatir en el sendero de Dios y por la causa de los débiles, hombres y mujeres y niños? Que imploran “¿Señor nuestro! Sácanos de esta ciudad cuyos habitantes son injustos”. (El Corán 4:75) La mecha debe continuar para acabar con todas estas dictaduras títeres de occidente, y parece que en Argelia, donde Buteflika (73 años) lleva 11 años en el poder y Egipto, donde Mubarak (82 años) lleva 29, la mecha puede convertirse en llama.

Albarrán

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