Camina por aceras concurridas. Habla en cervecerías atestadas por gentío variado. Viaja en vagones metropolitanos en los que la masa ni siquiera cede el asiento a una exhausta embarazada, y siempre causa las mismas reacciones: cabezas giradas que desprenden miradas envenenadas, cuchicheos que entonan cánticos desaprobadores, algún que otro insulto o gesto hiriente...
Siempre ha sido llamado loco, la pantera entre leones, el esperpento de la realidad, pero, ¿está él realmente loco?
Albarrán
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