viernes, 21 de octubre de 2011

De Mayrit a Madrid: Memoria de una visita al Madrid medieval


No es Madrid una ciudad en la que puedas admirar en cada esquina un admirable pasado medieval, pero hemos podido descubrir que lo tuvo y, nada más y nada menos, de él parte el origen de la que para muchos es nuestra ciudad. Y si ese pasado en el medievo parece algo escondido en la capital, más agazapado aparece al descubrir que ni más ni menos, como muchas poblaciones españolas, su origen es islámico. No ha sido al-Andalus el periodo de nuestra Historia mejor tratado a lo largo de muchas generaciones, a pesar de ser grandioso y dar nombres como el de Abd al-Rahman III o Musa Ibn Maymun. Y hoy descubrimos cómo la alargada sombra andalusí también se ve proyectada en la que sería ciudad de los Austrias, dinastía que acabaría de enterrar en 1616 los restos de esa civilización que iluminó al mundo.


Comenzamos la visita en el lugar donde se asentaba el centro político-militar de la Mayrit andalusí, donde se levantaba, no sabemos si muy imponente, el alcázar desde el cual se controlaba el acceso a Toledo entre arroyos que daban un aspecto difícil a la topografía de la zona, arroyos que más tarde se convertirían en famosas calles como Arenal. Curiosamente en el lugar donde estaba construida la fortaleza musulmana encontramos hoy un edificio, el Palacio Real, desde el que durante años se instigó una política de rechazo al pasado andalusí de España. En un parking subterráneo de la plaza de Oriente podemos todavía observar una de las atalayas que controlarían el perímetro amurallado de posibles incursiones enemigas, atalaya con una fuerte cimentación debido a su construcción en la misma caída hacia el arroyo. Esa muralla se levantaba enfrente del alcázar rodeando y protegiendo lo que era propiamente la ciudad, la al-madina, ubicada en el lugar actual de la Catedral de la Almudena (curioso nombre) y sus alrededores, dejando un espacio vacío en el medio que se utilizaría como zona de pastoreo común y mercado (siempre estuvo vacías hasta que ya en época cristiana se construyó la Parroquia de San Miguel de la Sagra). La muralla, junto a su leyenda de la Virgen, rodeaba la al-madina con sus variadas puertas como la de la Vega y todavía hoy podemos observar algunos restos, con la típica forma constructiva emiral y califal que combina bloques de piedra en vertical y horizontal. El lugar donde mejor se observan los restos es en el llamado parque del emir Muhammad I, emir que gobernó desde Córdoba a mediados del siglo IX, tras la muerte de su padre Abd al-Rahman II. Este emir, bajo el cual se construyó el alcázar, precisamente no fue uno de los más tolerantes con los mozárabes, teniendo que aplicar numerosas legislaciones ya existentes contra la comunidad cristiana pero que no se aplicaban (como el derribo de Iglesias de nueva construcción y campanarios), influenciado por la actividad subversiva de los martirios voluntarios. En el recinto amurallado se encontraba también la masyid yami o mezquita aljama, la principal de la localidad, ubicada donde luego se levantó la Iglesia de Santa María.

En la campaña de conquista de Toledo en la penúltima década del siglo XI parece que Alfonso VI conquistó también Mayrit, que como ya se ha apuntado habría servido para vigilar las rutas hacia la ciudad de las tres culturas. Comenzaba así la historia medieval cristiana de la ciudad. Podemos observar por las nuevas murallas ya cristianas construidas como la localidad, con el rango jurídico de Villa y Tierra, fue creciendo desde las 4 hectáreas iniciales a unas 30. La muralla, con torres con forma redondeada en vez de cuadrangular como las musulmanas, se iría integrando en ese crecimiento a medida que sus funciones militares fuesen perdiendo importancia y el camino de ronda ya no fuese necesario. Pasaría a tener así únicamente funciones administrativas y se construirían viviendas adosadas a sus potentes muros, pudiendo hoy verse sus restos entre las manzanas de casas. El trazado de la muralla nos conduce desde el mencionado parque de Muhammad I hasta el Palacio Real pasando por la Plaza de los Carros o la de San Miguel, así como por la Cava Baja, antiguo foso de la muralla. El alcázar andalusí se convertiría poco a poco en centro de poder real, sobre todo en época trastámara, donde se llegarían a reunir cortes. Hasta diez parroquias se construirían en la Madrid medieval cristiana, parroquias alrededor de las cuales se irían formando las coladas que más adelante tendrían representantes en el Concejo. Dentro del perímetro amurallado observamos ciertos topónimos, como la Plaza de la Paja, que nos indican de cierta forma la actividad que pudieron albergar en época medieval. La Calle Sacramento fue probablemente una antigua zona de residencia de familias aristocráticas y en la Plaza de la Villa todavía observamos un edificio del siglo XV, la Casa de los Lujanes, importante familia aristocrática.

A lo largo de la visita que nos ha transportado de Mayrit a Madrid pasando por Madrit, hemos podido descubrir como la ciudad no fue ajena a la evolución política y social de la Península. Desde el inicio de su andadura integrada en la defensa de Toledo hasta su legado cristiano medieval pasando por el proceso llamado, no sabemos si con mucho acierto, Reconquista. Madrid participó también de esa convivencia de religiones y culturas que fue al-Andalus y los posteriores reinos cristianos hasta la Baja Edad Media, convivencia que queda atestiguada en lo que fue un arrabal, la actual Calle de la Morería, hábitat de mozárabes durante la dominación islámica y de mudéjares después. Madrid no tiene un glorioso pasado medieval, pero sin duda si lo tiene pleno.

Albarrán

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